La COP30 en Belém dejó un mensaje incómodo pero claro: el mundo sigue lejos de ponerse de acuerdo sobre cómo y cuándo dejar atrás los combustibles fósiles… pero la transición energética no se va a esperar a que haya un texto perfecto. Aun sin una mención explícita a la salida de los fósiles en el acuerdo final, la llamada “Belem Package” mantuvo vivo el debate sobre la necesidad de transitar hacia energías más limpias y acelerar la acción climática, con hojas de ruta voluntarias para reducir la dependencia de petróleo, gas y carbón.
Para las empresas que operan flotillas de transporte, la pregunta ya no es si habrá transición, sino cómo hacerlo de forma gradual, rentable y operativamente viable. Ahí es donde entra el Gas Natural Vehicular (GNV) como combustible de transición: una alternativa que reduce emisiones frente a los combustibles tradicionales y, al mismo tiempo, mantiene la flexibilidad y autonomía que hoy exige la operación diaria.
¿Qué significa realmente “combustible de transición”?
Cuando hablamos de gas natural como combustible de transición, no estamos diciendo que sea el destino final de la energía, sino un paso intermedio entre el esquema actual (altamente dependiente del diésel y la gasolina) y un futuro con flotas eléctricas o impulsadas por hidrógeno limpio.
Distintos análisis muestran que los vehículos a gas natural pueden reducir alrededor de 25 % las emisiones de CO₂ en un enfoque pozo-a-rueda frente a vehículos a gasolina, además de disminuciones importantes en óxidos de nitrógeno (NOx) y material particulado en comparación con diésel. Estas reducciones tienen un efecto directo en la calidad del aire urbano y en el cumplimiento de normas ambientales cada vez más estrictas.
Por supuesto, los beneficios climáticos dependen de una infraestructura bien gestionada (para minimizar fugas de metano) y de políticas que favorezcan la eficiencia. Pero, en contextos donde hoy la alternativa real es seguir usando diésel por años, migrar a GNV es un avance tangible en la dirección correcta.
Del discurso global a las calles de la CDMX
Mientras en las COP se discuten hojas de ruta, las ciudades ya están tomando decisiones. La Ciudad de México, por ejemplo, se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2030, con el transporte como uno de los sectores clave.
El sistema Metrobús ha sido reconocido internacionalmente por su papel en la reducción de emisiones: desde su creación ha evitado más de 1.5 millones de toneladas de CO₂, y ha sido pionero en la incorporación de tecnologías más limpias como autobuses a gas natural, híbridos y eléctricos. Su meta es electrificar completamente la flota hacia 2035; sin embargo, ese camino no es inmediato. En el tramo intermedio, el uso de combustibles más limpios —entre ellos el gas natural— es una de las herramientas que permiten reducir impactos hoy, mientras las soluciones de cero emisiones escalan.
Lo mismo aplica para flotillas corporativas y de logística que operan todos los días en la ZMVM: no todas pueden electrificarse mañana, pero sí pueden dar un salto significativo migrando de diésel a GNV.
Qué cambia cuando tu flotilla opera con GNV
Para un dueño de flotilla, director de operaciones o gerente de logística, el GNV no es un tema “teórico” de negociación climática: es un tema de costos, confiabilidad y reputación.
- Menos emisiones, mejor cumplimiento: los vehículos a gas natural emiten menos NOx y casi nada de partículas comparado con el diésel, lo que facilita el cumplimiento de normas ambientales y de calidad del aire en ciudades como la CDMX.
- Mayor control de costos: de acuerdo con la experiencia de mercado, las flotillas que migran a gas natural suelen obtener ahorros sustanciales en combustible, gracias a la menor tarifa por unidad de energía y a una mayor estabilidad de precios frente a los derivados del petróleo.
- Menor mantenimiento: la combustión más limpia reduce hollín y residuos, lo que se traduce en menos desgaste de motor y menores paros por mantenimiento correctivo.
- Mejor narrativa ESG: en un entorno donde clientes, accionistas y reguladores piden resultados ambientales concretos, demostrar que tu flotilla redujo su huella de carbono es un argumento poderoso.
En otras palabras, el GNV permite alinear la operación diaria con la agenda climática global, sin desarticular la logística de negocio.
El puente entre hoy y el futuro: GNV + hidrógeno INFRA
La transición energética no es una sola tecnología, sino una secuencia de decisiones inteligentes. Hoy, el GNV representa una opción madura, disponible y competitiva para reducir emisiones en transporte pesado, flotillas de reparto, vehículos de personal y transporte público. INFRA, a través de Gas Natural INFRA, ofrece soluciones de suministro de gas natural vehicular con módulos de alta presión, logística integrada y acompañamiento técnico para cada tipo de flotilla.
Al mismo tiempo, Grupo INFRA ya está dando el siguiente paso: la empresa puso en marcha plantas de hidrógeno limpio/verde en San Luis Potosí y Querétaro, produciendo hidrógeno mediante electrólisis alimentada con energía renovable, sin emisiones directas de CO₂. Este hidrógeno está llamado a jugar un rol clave en la descarbonización de sectores intensivos y, en el futuro, en la movilidad de cero emisiones.
Así, el mensaje para las empresas es claro:
- Hoy, puedes reducir tu huella y tus costos migrando tu flotilla a GNV.
- Mañana, estarás mejor posicionado para integrar soluciones de cero emisiones como el hidrógeno verde.
De COP30 a tu flotilla, la transición energética se construye decisión por decisión. Y el GNV es una de las más inmediatas y estratégicas que puedes tomar.
